jueves, 10 de septiembre de 2015

Drabble #23: ¿Aceptas?

¿Aceptas?...
Autor: #Rules
Para; Sakurita Itzel
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No era que odiara esas cosas pero entrar a esa tienda lo había puesto nervioso, inquieto y hasta molesto. Estaba de mal humor de un asqueroso mal humor. Él no quería estar ahí pero al mismo tiempo quería, sus emociones estaban armando la quinta guerra ninja y eso, eso era lo que más le molestaba.

Pero bueno él quería hacerlo, tenía, era tiempo. Ya había tomado la decisión, y lo iba hacer.

Miro por el vidrio y observo la variedad que había, demasiado ostentoso, demasiado simple. Se removió el cabello con la mano, gesto de desesperación. No encontraba lo que quería y la mirada de esas mujeres lo estaba poniendo aún más incómodo. Hasta una señora de ochenta años lo miraba como si lo quisiera comer, ¿Dios por qué? Pensó, resoplo y continuó con su labor, encontrar el indicado.

Después de una par de vueltas por diferentes tiendas, había encontrado lo que buscaba. Ahora el dilema era la manera de hacérselo saber y él quedar como el mejor. Sonrió con orgullo, él ya era el mejor.

Pensó en mil maneras de hacerlo y aunque una idea se instaló en su cabeza y le pareció sumamente ridícula, optó por esa. Conociéndola, esa manera sería la mejor.

Llego a casa, el hogar que compartía con ella, ese ambiente tranquilo pero lleno de vida y armonía le encantaba. Miro el reloj, faltaba una hora para que ella llegará. El tiempo justo y necesario.
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Abrió la puerta con cuidado estaba algo cansada, usar esos tacones le habían hecho ver hermosa pero la habían dejado con dolores espantosos en la planta de los pies.

Miro a su alrededor, frunció el cejo, algo andaba mal. Cuando ella llegaba, Sasuke ya estaba en casa.

Camino con sigilo hasta la habitación, todo estaba oscuro y eso la ponía nerviosa. Cuando estuvo enfrente de la puerta del cuarto dudo entrar pero al final lo hizo.

—Sasu... — sus palabras quedaron suspendidas en el aire, sin terminar la oración.

En la pared de la habitación estaban pegadas un montón de fotografías de ella con él. Pero lo que más la emocionó y la hacia sentir miles de burbujas en el estómago era lo que esas fotos, todas juntas, decían.

"Te casarías conmigo"

Las lágrimas resbalaron con rapidez al ver la cajita negra colgada de un hilo que se sujetaba del techo.

Se acercó y la tomo entre sus finos dedos, un precioso anillo con un diamante en forma de flor color rosa le iluminó los ojos.

—¿Y?

Se dio la vuelta y lo vio, tan perfecto, tan él. Pudo notar el pequeño sonrojo en sus mejillas y sonrió, sonrió como nunca lo había hecho.

—¿Aceptas Itzel? — inquirió una vez más algo impaciente, temeroso de una negativa.

—¡Si! ¡Si!

Y sin más corrió a sus brazos, entre sonrisas y lágrimas de felicidad.
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Fin

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