Sin lentes.
Autor: ~Ces~
Para: Yesi Resendiz.
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No muchas veces se quitaba los lentes, su vista era tan mala que hasta podía compararse con la de un topo y claro, obviamente uno no trae lentes por puro adorno, no al menos ella.
Sus lentes tal vez le eran una clase clase de escudo y a la vez, un estorbo.
Las veces que se había quitado los lentes era para dormir, bañarse o bien, descansar un poco de ellos. En su salón por nada del mundo se los quitaba, tal vez era algo ruidosa, sin embargo, lo era para ser tan siquiera visible. Los lentes le restaban puntos a su aspecto personal, lo admitía. Pero se sentía a salvo de los demás con ellos.
–¡Hey!– saludo Suigetsu al ver a su tan querida pelirroja sola. Uno de sus momentos preferidos al poder molestarla libremente.
–No molestes.
–No vengo a molestar si no a hablar civilizadamente.
No contesto. Karin no estaba de humor. Eso lo noto.
–¿Que tienes?
Karin le miro, como pensando si en decirle o no. Habría optado por pasar de largo su pregunta y como buen compañera de "equipo" que era y hacer lo mas sensato, ignorarlo. Pero, si, ese pero que a lo mejor podría quitarle un peso de encima o terminarla de joder.
Finalmente decidió lo mas loco, hablar con Suigetsu.
–¿Soy bonita?
Suigetsu era algo... ¿Despistado? No, mas bien era algo así como un ignorante a lo que no le llamase la atención, eso no quitaba que en algunas ocasiones, preguntas como la que le hizo Karin le dejarán un tanto mudo, pensándolo bien, dejándolo sin palabras.
Pensó en una respuesta buena, la cara triste de Karin le obligaba a ello. Vio su rostro pero al ver que los lentes no le daban un buen ángulo se los quito sin previo aviso.
Karin soprendida intento arrebatárselos, pero se detuvo al ver la cara de baboso que puso su compañero.
–¿Que?– le pregunto Karin a Suigetsu, este ante la pregunta, le sonrió tan alegre que hasta la espanto.
–Nunca mas te quites los lentes.– dijo Suigetsu, algo hizo clic en la mente de Karin, haciéndole preguntarse si tan mal se veía. Su pensamiento se esfumo al escuchar las palabras de Suigetsu en su oído.
–Quiero que solo yo sepa de un gran tesoro.
Inevitablemente se sonrojo mientras Suigetsu se marchaba de ahí mas animado de lo normal.
Karin, por una vez en su vida, agradeció las palabras de Suigetsu.
Fin.
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